En la vida en general solemos tener metas, deseos y expectativas que esperamos que se ven cumplidas. Cuando no lo conseguimos tenemos una respuesta emocional de rabia, impotencia, tristezas y decepción. Esta respuesta emocional es la frustración. Hoy te enseñaré a reconocerla y tolerarla.

¿Qué es la frustración?
Cuatro investigadores de la universidad de Yale publicaron un estudio sobre la frustración y la agresión donde definieron la primera como «una interferencia entre una secuencia de respuestas que se dirigen hacia una meta», es decir, aquello que sentimos ante los obstáculos que se interponen entre nosotros y nuestros objetivos. La respuesta emocional ante una expectativa no cumplida.
Tipos de frustración
La frustración de barrera que ocurre cuando hay un obstáculo externo que nos impide alcanzar el objetivo planteado. Por ejemplo: Cuando la línea aérea cancela el vuelo en el que viajabas por vacaciones.
La frustración por incompatibilidad de dos objetivos positivos que aparece cuando existe la posibilidad de alcanzar dos objetivos, pero estos son incompatibles entre sí. Por ejemplo: Cuando tienes que elegir entre dos ofertas de empleo muy atractivas.
La frustración por conflicto evitación-evitación que se produce por una huida de dos situaciones negativas. Por ejemplo: Cuando Cuando no quieres hacer un trabajo y si no lo haces lo pierdes.
La frustración por conflicto aproximación-aproximación que aparece cuando una persona se muestra indecisa ante una situación que provoca resultados positivos y negativos en igual medida. Por ejemplo: Cuando no quieres hacer un trabajo, pero el pago por hacerlo es muy atractivo.
¿Por qué te frustras?
Crianza. La frustración es una respuesta emocional aprendida. Cuando venimos al mundo nuestros padres satisfacen todas nuestras necesidades primarias. Cada vez que un bebé llora su madre le atiende para saber qué le pasa, qué necesita y satisfacer esa necesidad. Si esto se mantiene cuando el bebé crece y ya puede comunicar sus necesidades, es difícil que aprenda a tolerar la frustración. Cuando siempre nos dicen que sí a todo, es difícil aceptar un no por respuesta. Es en ese momento de nuestras vidas cuando aprendemos o no a manejar y tolerar la frustración.
Exigencias externas. A medida que crecemos nos vemos inmersos en las expectativas que los demás tienen sobre nosotros. El medio ambiente ejerce presión para que seamos de cierta manera, para que nuestra apariencia física cumpla ciertos parámetros, para que nos comportemos de determinada forma, para que sigamos un plan de vida predeterminado por el común de la sociedad y para que alcancemos cierto nivel de éxito. Todas estas exigencias externas nos hacen plantearnos objetivos que, a veces, son inalcanzable o difieren de lo que nosotros queremos para nuestras vidas, todo lo cual lleva a la frustración.
Exigencias internas. Cuando crecemos en un ambiente altamente exigente internalizamos esas exigencias y las hacemos nuestras. Nos exigimos alcanzar estándares demasiado altos. Cuando lo que buscamos es la perfección nada es suficiente, siempre hay espacio para mejorar y por lo tanto, vivimos en un estado de insatisfacción permanente.
La inflexibilidad del perfeccionismo. Cuando somos perfeccionistas nuestro pensamiento es rígido. Admitimos solo dos resultados posibles: éxito o fracaso. No vemos lo que hay entre estos dos extremos y esta rigidez no admite el fracaso. Si no nos permitimos fracasar la frustración es el único resultado seguro.
¿Cómo puedes gestionar tu frustración?
Acepta que es posible que no alcances algún objetivo. El fracaso es parte de la vida y es necesario para aprender el camino hacia el logro de nuestras metas.
Reconoce y normaliza el sentimiento de frustración. Es normal sentirse decepcionado, enfadado y triste cuando no conseguimos lo que queremos. La idea no es evitar la frustración sino aprender a manejarla adecuadamente.
Identifica la causa de tu frustración. Confirma si tu frustración viene de exigencias externas o internas. Verifica si estás intentando complacer las expectativas de otros en lugar de enfocarte en cubrir las tuyas. Si son tus exigencias, comprueba si se ajustan a la realidad o si estás intentando luchar contra molinos de viento.
Permítete cometer errores. La perfección no existe. No pierdas tiempo y energía intentado alcanzarla.
Asegúrate de que la meta que te has puesto sea realista. Sé objetivo al momento de ponerte objetivos. Comprueba con la realidad si es posible alcanzar la meta que te has propuesto o si, por el contrario, es demasiado alta.
Pon tu atención en el momento presente. Mantén tu atención en lo que sucede en tu vida hoy, en este instante. Evita divagar sobre el futuro, después de todo, es impredecible e incontrolable.
Traza un plan de acción. Una vez que tengas clara tu meta, diseña una estrategia para conseguirlas tendiendo en cuenta los obstáculos y las posibilidades reales que tienes de alcanzarla o no.
Ten un plan B. Si no puedes lograr la meta que te has propuesto ¿Qué otra cosa puedes hacer? ¿Cuáles son las alternativas?
Psic. María José Castreje
08/12/2021
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