María tiene 35 años. Hace 9 meses comenzó a trabajar en una empresa multinacional. Ha tenido que aprender una manera totalmente diferente de hacer su trabajo pues en esta empresa las cosas se manejan de una forma muy distinta a la que María estaba acostumbrada. Además, tiene responsabilidades que no había tenido antes y tareas que nunca había tenido que hacer. Sin embargo, ha conseguido sacar adelante con éxito los trabajos que le han sido asignados y su jefe está muy contento con el trabajo que ha hecho. Alaba sus logros y le hace saber que está impresionado con su trabajo y con el dominio que tiene de las tareas que este implica a pesar de tener poco tiempo en la empresa y haber tenido que aprender otro tipo de gestión. A María, las palabras de su jefe le generan mucha presión porque siente que debe mantener un elevado estándar de calidad en su trabajo y que no puede fallar. Cree que no podrá repetir su buen desempeño porque esta vez tuvo 'suerte' y la manera en la que presentó su trabajo oculta que en realidad no tiene el dominio que su jefe cree que tiene sobre su trabajo. Piensa que ella no está capacitada para ese puesto y que no podrá hacerlo bien. Teme que la próxima vez se den cuenta de que no es capaz de hacer este trabajo, de que no tiene la experiencia suficiente (aunque tiene varios años de experiencia en el área) y de que es un fraude. Esta sensación de incapacidad y el no tolerar cometer errores le producen un elevado nivel de ansiedad y depresión. Tiene crisis de ansiedad frecuentes en las que quiere abandonarlo todo, renunciar al trabajo y 'salir corriendo'. A veces no quiere levantarse de la cama y siente apatía general. Incluso siente que no disfruta de su vida y que no es feliz.
María sufre el Síndrome del Impostor. Este fenómeno ocurre cuando las personas son incapaces de internalizar sus logros. A pesar de tener referencias externas que les muestran que son competentes, que lo están haciendo bien, están convencidos de que son un fraude y que no merecen el éxito que han conseguido. Asumen que su éxito se debe a la suerte, a coincidencias o a haber dado una falsa impresión a los demás, pero no atribuyen su éxito a su propia capacidad.
¿Cuáles son las causas del Síndrome del impostor?
Jaruwan Sakulku y James Alexander (2011) hicieron una revisión exhaustiva de varios estudios que se han realizado al respecto a lo largo de los años desde que el Síndrome del Impostor fuera descrito por las doctoras en Psicología Clínica Pauline Clance y Suzanne Imes en 1978. Resumieron los resultados de su investigación en un artículo llamado The Impostor Phenomenon (El fenómeno del Impostor) que publicaron en el International Journal of Behavioral Science en el año 2011.
Los hallazgos de su investigación sugieren que los antecedentes familiares podrían contribuir a la aparición del Síndrome del Impostor. Según las observaciones clínicas, los temores del impostor se derivan de ciertas situaciones familiares en la primera infancia y luego se refuerzan mediante socialización para el logro en la adolescencia y la edad adulta. Clance (1985) sugirió cuatro características generales de la familia que contribuyen a la persistencia del Fenómeno del Impostor de muchas de las historias de desarrollo de sus pacientes:
1. La percepción de que sus talentos son atípicos en comparación con los miembros de la familia.
2. Mensajes familiares que transmiten la importancia de las habilidades intelectuales y que el éxito requiere poco esfuerzo. 3. Discrepancia entre las opiniones sobre las habilidades y el éxito de los impostores derivados de la familia y otras fuentes.
4. Falta de refuerzo positivo.
En cuanto a los factores de personalidad, los autores hallaron que mientras que un estudio demostró que el neuroticismo estaba fuertemente relacionado con el síndrome del impostor, otros sugirieron que estaba un poco menos relacionado. El perfeccionismo se considera una de las características más importantes del síndrome, las cogniciones perfeccionistas y la no manifestación de imperfecciones están fuertemente correlacionadas con el Síndrome del Impostor. Así, una persona perfeccionista que no se permite cometer errores y normalizar la imperfección, tendrá más tendencia a presentar el síndrome del impostor. La necesidad de ser el mejor, de poder hacer todo perfecto y su tendencia a trabajar en exceso son consistentes con la búsqueda de perfección. Los impostores tienden a descartar las opiniones positivas y mantener altos estándares de autoevaluación, al mismo tiempo que critican su incapacidad para darse cuenta de que estos estándares también podrían considerarse consistentes con el perfeccionismo.
¿Cuáles son las consecuencias del Síndrome del Impostor?
Para las personas con este síndrome, el éxito no significa felicidad. Frecuentemente experimentan miedo, estrés, dudas sobre sí mismos y se sienten incómodos con sus logros. Sus temores interfieren con su capacidad para aceptar y disfrutar de sus habilidades y logros, y tienen un impacto negativo en su bienestar psicológico. Al enfrentarse a una tarea relacionada con el logro, a menudo experimentan una ansiedad incontrolable debido a su miedo al fracaso. El Burnout, agotamiento emocional, pérdida de la motivación intrínseca, bajo rendimiento, incluida la culpa y la vergüenza por el éxito, son reforzados por las repeticiones del ciclo del síndrome del impostor (Chrisman et al., 1995; Clance, 1985;Clance e Imes, 1978 citados por Sakulku y Alexander, 2011).
Las expectativas perfeccionistas contribuyen con la sensación de insuficiencia, aumentando los niveles de ansiedad y depresión cuando se perciben incapaces de cumplir con los estándares que establecen para sí mismos o las expectativas de la familia y las personas que les rodean. Las observaciones clínicas de Clance (1985) revelaron que los altos niveles de ansiedad, depresión e insatisfacción general con la vida son preocupaciones comunes que los motivan a buscar ayuda profesional (Sakulku y Alexander, 2011).
Como casi todo en la vida, este problema tiene solución. Generalmente conviene trabajar la autoestima, así como la tolerancia a la imperfección y los errores al tiempo que se aprende a gestionar el estrés y la ansiedad. Es necesario comprender que la perfección no existe y que intentar alcanzarla solo conduce a la frustración, la ansiedad y la depresión. Internalizar la imperfección es uno de los pasos necesarios que se deben dar en el camino hacia la estabilidad emocional y la felicidad. Si no puedes sola/o, busca ayuda profesional.
María José Castreje
30/08/2021
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