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Foto del escritorMaría José Castreje Azuaje

¿Y si lo que comes afectase a tus emociones?




Igual piensas que es un disparate. ¿Qué tendrá que ver lo que como con mi ansiedad, mi tristeza o mi alegría? Pues tiene muchísimo que ver.


Para empezar, ten en cuenta que tu cuerpo no puede separarse de tu mente y viceversa. Los seres humanos somos seres biopsicosociales, lo que viene a decir que somos un todo estructurado, compuesto por sistemas biopsicosociales: El cuerpo, que contiene nuestro ser; la psiquis o mente, que nos permite adaptarnos al medio; y lo social, que expresamos a través de nuestra cultura. Todos estos elementos están interconectados y, al combinarse, resultan en un ser único e irrepetible dotado de dignidad. Es decir, humano.


Por lo tanto, todo cuanto pase en tu cuerpo afectará a tu mente y a tu interacción con el entorno. Y todo cuanto pase en tu mente y en tu entorno, afectará a tu cuerpo y su estado de salud. ¿Me he explicado?


Supongo que tienes claro que lo que comas afecta tu salud física de diferentes maneras. Partiendo de esta suposición, te cuento: Una dieta saludable, llamando dieta al estilo de alimentación que tengas (Omnívora, vegetariana, vegana, crudivegana, etc.); va a afectar positivamente la salud de tu cuerpo y de tu mente. Pero ¿y si tu dieta no es saludable?.


Imagino que habrás leído y escuchado en las redes a mucha gente decir que los alimentos ultraprocesados producen toda clase de enfermedades metabólicas, es decir, enfermedades que afectan a tu metabolismo y que pueden derivar en patologías de otros sistemas biológicos como el cardiovascular y cerebral. En este último tiene un impacto brutal que es el que provoca que no puedas dejar de comer esos alimentos que sabes que te hacen daño y que a largo plazo te desregulan tus emociones.


¿Cómo? Cuando comes estos alimentos, que están buenísimos porque tienen un montón de azúcar, grasa, sal y potenciadores de sabor; en tu cerebro empieza una fiesta. Las hormonas del placer se despiertan, se visten de gala y salen a bailar. En especial, la Dopamina. Ella es la reina del sarao. Ella hace que sientas un placer inmenso, te relaja, te ayuda a disfrutar al máximo y hace que se te olviden todos los males. ¿Y entonces qué? Pues que cada vez que tengas hambre (física o emocional) irás en busca de ese intenso placer, pero la dosis que necesitarás para alcanzar ese mismo nivel de placer cada vez será más alta, porque se produce una tolerancia que te llevará a comer más y más.


A la larga, este ciclo se repetirá una y otra vez llevándote, por ejemplo, a desarrollar obesidad; enfermedad multifactorial que se relaciona con la depresión. Esto puede deberse a que las células grasas se vuelven disfuncionales y liberan moléculas inflamatorias, que son desencadenantes de la depresión, la ansiedad y la demencia, tal como lo recoge este estudio: https://www.nature.com/articles/s41380-018-0017-5


Como estos alimentos son tan sabrosos, la gente tiende a no incluir en su dieta alimentos ricos en nutrientes buenos para el cerebro, como los fitonutrientes, que son sustancias beneficiosas provenientes de las plantas y frutas. La carencia de estas sustancias está relacionada con la depresión. No solo eso, sino que además se aumenta el riesgo de padecer enfermedades como la demencia vascular e interfiere con la liberación de hormonas necesarias para mantener el equilibrio emocional.


Entonces qué hacemos, ¿dejamos de comer ultraprocesados? No. No es necesario que te restrinjas, pero sí es necesario que reduzcas su consumo al máximo. Incluye en tu dieta abundantes verduras, frutas, legumbres, cereales integrales y al nutriente estrella: La proteína. De vez en cuando cómete ese chocolate con mucha azúcar y poco cacao que te gusta mucho. O esas galletas o esas patatas fritas o ese helado que tanto disfrutas, pero asegúrate de que el 80-90% de tu dieta sea nutritiva y variada. Beneficiarás a tu cuerpo y a tu mente.


Psic. María José Castreje

30/10/2024










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