¿Cuántas veces te has sentido así? Culpable de lo que pasa en tu vida. Culpable de que tu relación de pareja no funcione. Culpable de los sentimientos desagradables de los demás, de tu familia, amigos, etc.
Aquí no te voy a contar que no tienes una responsabilidad en las cosas que pasan en tu vida, porque lo tienes. Lo quieras creer o no, tienes un papel en todo cuanto acontece en tu vida tanto si es bueno como si no, pero ¿Significa eso que tienes la culpa de las cosas malas que te pasan? ¿De tu sufrimiento? ¿Del sufrimiento de los demás? ¡NO!
Hay una gran diferencia entre tener una responsabilidad en todo aquello que te suceda y otra es ser culpable.
La culpabilidad es un sentimiento que te indica que has hecho algo que ha ocasionado sufrimiento de algún tipo en otra persona, de forma intencionada o no. También indica que has roto alguna norma interna.
Todos tenemos un código moral inconsciente, un conjunto normas que se han ido construyendo en nuestra mente desde que somos muy pequeños producto de la información recibida por parte de quienes se configuraban como figuras de autoridad (padres, abuelos, cuidadores, maestros, religión, etc...) en nuestras vidas; y al romper alguna de estas normas suele aparecer el sentimiento de culpa.
Según el psicólogo Norberto Levy, especialista en el estudio de las emociones y autor del libro La sabiduría de las emociones, existe una culpa funcional y una disfuncional. La primera ayuda a resolver un problema, a reparar; y con ello la culpabilidad desaparece. La segunda añade más sufrimiento, no resuelve ni repara y termina convirtiéndose en un problema más.
Asumir tu responsabilidad en las cosas que suceden en tu vida implica preguntarte cuál ha sido tu parte, cómo has contribuido a producir la situación que te aqueja; adueñarte de ello y reparar lo que te toca. También conlleva que exijas o dejes que la otra persona implicada en el hecho que te aqueja asuma su parte y repare lo que le toca. Esto es lo que sería la culpa funcional.
La culpa disfuncional sería aquella que te martiriza y te hace sentir fatal por lo que has hecho. La que te hace revivir la situación en cuestión en tu cabeza una y otra vez solo para que te hundas cada vez un poquito más.
Tan disfuncional es culparse a sí mismo al 100% de lo que está pasando como culpar al otro de la misma manera. En general, solemos tener una responsabilidad en lo que nos pasa. Si te pongo el ejemplo de la infidelidad dirías: ¿Cómo voy a ser yo culpable de que me haya puesto los cuernos? y tienes razón, no lo eres. No obstante, tienes un papel en la dinámica que ha llevado la relación hasta ese punto. Nadie es culpable del comportamiento de otra persona. Eso lo doy por hecho. Sin embargo, sí eres responsable del tipo de relación que tienes con esa persona. Eres responsable de si es una relación de confianza y respeto, si se han establecido límites claros, si se han creado puentes de comunicación seguros, si se ha preservado la libertad personal de cada uno, si se ha hablado con claridad del tipo de relación que ambos quieren tener, etc.
En lugar de darte latigazos con la culpa pregúntate qué rol has jugado tú, cómo has contribuido con la situación. Asume tu responsabilidad y usa la culpa para reparar y resolver el problema.
Psic. María José Castreje
02/08/2023
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