Rasgo PAS, un testimonio
- María José Castreje Azuaje
- 15 nov 2021
- 10 Min. de lectura
Actualizado: 17 nov 2021
Según Elaine Aron, doctora en psicología que ha estudiado ampliamente este rasgo, la alta sensibilidad ocurre cuando una persona posee un sistema neurosensorial más desarrollado que la mayoría de la gente, por lo que recibe mucha más información sensorial simultánea que alguien con una sensibilidad media.

A causa del exceso de información que las personas altamente sensibles tienen que procesar, pueden sentir una saturación sensorial que les produce bloqueos y estrés crónico que son incapaces de controlar, lo cual puede provocarles patologías asociadas a tal saturación sensorial.
De acuerdo con la doctora Aron, la alta sensibilidad es un rasgo hereditario que afecta a dos de cada diez personas, mujeres y hombres por igual. Hay que aclarar que es un rasgo de personalidad, que no es bueno ni malo en sí mismo.
No es un trastorno ni una patología, es una característica de personalidad relativamente frecuente en la población general con la que nacemos y que se va desarrollando a lo largo de la vida.
Según la doctora Elaine Aron, para calificar a alguien como PAS debe reunir cuatro características base, conocidas como “D.O.E.S.”, siglas que representan: Deep processing, Overstimulation, Strong Emotions y Sensitive to subtleties.
Las 4 características base son:
La persona con alta sensibilidad difícilmente puede remediar su tendencia a procesar toda la información recibida de una manera intensa y profunda, por lo que suele reflexionar mucho sobre los temas en general y dar muchas vueltas para una mayor comprensión.
La persona con alta sensibilidad puede llegar a saturarse y sentirse sobreestimulada cuando tiene que procesar a la vez mucha información (sensorial y emocional). Esta característica es comprensible debido a que la persona PAS posee un sistema neurosensorial más fino de lo normal, por lo que la cantidad de información que recibe es mucho mayor que la de una persona que no es PAS.
La persona con alta sensibilidad vive la vida con mucha emocionalidad, se emociona con facilidad ante situaciones y sensaciones. Su manera de experimentar la felicidad, tristeza, alegría, injusticia, etc. es muy intensa y va ligada a una fuerte empatía, una característica que también forma parte del rasgo de la alta sensibilidad.
La persona con alta sensibilidad tiene una elevada sensibilidad, no solamente en cuanto a los cinco sentidos (vista, tacto, oído, gusto, olfato), sino también de cara a sutilezas como pequeños cambios en el entorno o en el estado emocional de las personas que tiene a su alrededor.
Testimonio
"Vivir siendo PAS... Desde bien pequeña el ser PAS ha ido condicionando mi vida y marcando un camino que no entendería hasta la vida adulta. Tengo recuerdos de mi infancia que al rememorarlos hoy, me encajan perfectamente con la alta sensibilidad, pero no era algo conocido ni de lo que se hablara. Ojalá hubiese tenido mi familia ese conocimiento e incluso yo misma; no obstante, mi madre siempre respetó mi forma de sentir y me inició en lo que hoy es algo imprescindible en mi vida: la meditación. Ella lo hacía de una forma superficial acorde para la edad que yo tenía, que eran 6 años. Ella me decía que cerrara los ojos, que imaginara un lugar bonito, un prado, flores, un cielo azul, un sol brillante, árboles que me gustaban, mariposas... Todo eso me relajaba y me ayudaba a canalizar lo que vivía durante el día.
Y ¿Qué era eso que tanto podía abrumar a una niña de 6 años? Pues tenía, entre otras cosas que definen el rasgo, una empatía muy profunda, no solo por las personas sino por cada ser viviente que habitaba la tierra y no resultaba nada fácil.
Tengo un recuerdo de niña de jugar con un escarabajo que encontré, me agaché a observarlo y me gustaba ver como caminaba, como usaba sus patas y su cuernecillo para empujar unas piedras que habían en su camino. Me quedaba ensimismada mirándole. De pronto, uno de mis compañeros del colegio se acercó, lo pisó con fuerza y comenzó a reírse. Recuerdo la inmensa impotencia que me dio y al verlo ahora como adulta, entiendo que lo que sentí no era propio de cualquier niño de esa edad. No sentí enfado sino impotencia, pensé con esos 7 años, que le había arrebatado la vida a un animal que quería vivir. Que estaba viviendo. "Solo es un bicho" me dijo alguien. Y recuerdo pensar: "Pero es su vida, él estaba feliz y no hacia daño a nadie". Siempre me ha costado digerir la predisposición y facilidad con la que algunas personas disponen de la vida de los demás. Sea de la manera que sea.
La vida de una PAS no es nada fácil en la infancia ni en la adolescencia. Tenía sobreestimulación continuamente y no sabía expresar que me pasaba. Recuerdo todas las noches de mi infancia decirle a mi hermana, que era con quien dormía en la habitación, "tengo ganas de llorar pero no sé por qué" y ella simplemente me abrazaba hasta que me desahogaba y ya me dormía. Nunca tuve demasiados amigos (tampoco era algo que añorase) y n la adolescencia cuando ya comenzaba a salir más, a tener un grupo más definido me daba cuenta de que necesitaba espacios diferentes a los de ellos. Si íbamos a una fiesta no me sentía bien estando el centro de la pista, ni cerca de los altavoces... Solo pensaba en el ruido que había allí. Yo, no lo disfrutaba. Para mí, era mucho mejor cuando nos juntábamos a ver una peli casa, o cuando yo pasaba haciendo manualidades toda la tarde, por ejemplo. Aún así, siempre me esforzaba por "encajar" por obligarme a hacer lo que "tenía que hacer" porque tenía 15, 16, 17 años y cómo no iba a ir a la cena, a la discoteca que había montado el instituto... pero iba viendo que ese ambiente no encajaba conmigo.
Ya en la vida adulta, casi siempre me sentía nerviosa, sin necesidad de que me hubiese pasado ningún acontecimiento. Por ejemplo, hace unos años trabajé en un hipermercado y recuerdo tomar valerianas antes de entrar a trabajar porque sentía nervios y como un desvanecimiento en la jornada laboral, siempre sin llegar a caerme. Mi puesto era de cajera y a veces se me iba la vista, veía todo blanco, además oía absolutamente todo, pero cuando digo oír, no me refiero escuchar a un niño llorando de fondo y la música de hipermercado además de lo que me decía el señor al que estaba atendiendo en ese momento, no... Cuando digo que escuchaba todo es saber que está llorando el niño y el porqué estaba llorando, qué estaba sintiendo, la respuesta de los padres, como se sentían, otra una mujer riendo en la otra caja, el señor que yo atendía preguntándome algo de algún artículo y mientras yo iba sintiendo su enojo porque el precio no era el marcado... Notaba además de ello, un revuelto de emociones que ninguna me pertenecía. Era como si todos los campos magnéticos de cada uno de ellos se uniera a mi espacio vital, como si traspasaran esa barrera. Me quedaba sin fuerza, era como si un gran aspirador se llevara toda mi fuerza y energía. Uno de los días, ya sentí que se me iba de las manos. Recuerdo estar trabajando y tener un pensamiento tipo externo y era algo como: "leche y la fruta, rápido, que tengo el coche mal aparcado". Y pensé: "¿pero por qué estoy pensando esto? Yo estoy en mi puesto de trabajo mi coche está bien aparcado y hay leche y fruta en casa" y ese mismo día otro que era: "voy a ver qué libro es más gordo y me llevo ese" . Y poco después toda esa sobreestimulación que comentaba antes, sonidos, conversaciones, luces brillantes, emociones que subían y bajaban... Un cliente se acercó a mi caja un libro de muchas páginas, y me dijo: "He elegido este libro tan gordo porque es lo único que me evade de la infancia que tuve" y me explicó vivencias muy duras de él. Recuerdo, que yo solo era una cajera de hipermercado. Ese día relacioné esa anécdota con lo que había estado pensando momentos antes y todo se me hizo muy duro, muy paranormal y estaba agotada psicológicamente. Cuando salí de trabajar llamé a mi madre nada más subirme al coche, ella es sanitaria, y le dije: "mamá, estoy volviéndome loca". Y me rompí a llorar. Ella me consoló, me calmó, y me hizo ver que solo era sensible pero seguíamos sin ponerle un nombre a qué me pasaba.
Poco después una amiga de la familia y compañera laboral de mi madre, sanitaria también, que estaba al tanto de como me sentía, le dijo que había visto a un psicólogo en un documental hablando del rasgo PAS y que cuando escuchó hablar de ello, pensó en mí claramente. Le coincidía todo lo que decía con mi forma de ser y de sentir.
"Tremendamente creativa, empática, sensible, se abruma en espacios con gente, le abruman los sonidos fuertes, la luces brillantes, se emociona fácilmente con un paisaje bonito, puede sentir en ella como otros se sienten emocionalmente incluso físicamente, así como sufren más intensamente lo negativo, disfrutan con mucha más intensidad de lo positivo..."
Después de eso empecé a leer sobre el rasgo, a buscar información de psicología contrastados que hablaban de todo esto. Me ayudó saber que no estaba loca, ni enferma, ni me tomaba todo demasiado a pecho como me dijeron cientos de veces en mi vida, sino que tenía un porqué y estaba en mi sistema nervioso y forma de procesamiento. Esto ocurrió sobre a los 29 años. Un par de años después, hablé con una psicóloga que estaba dando una charla sobre esto y permitía preguntas, así que le pregunté, temblando, por esos pensamientos que tenía que no sentía míos, como los que tuve en el hipermercado donde trabajaba. Pensaba que me iba a decir algo como: tienes esquizofrenia, o que estaba ida, o que me tenía que medicar... Pensé muchas respuestas y ninguna positiva. Y ella, simplemente me dijo, entiendo perfectamente que te asustaras pero eso puede ser perfectamente normal en PAS. No dejamos de ser ondas y vibraciones como las de una radio, y las ondas entran de un campo a otro. Normalmente no se sienten, pero si tienes un sistema más desarrollado y fino sí que las puede captar y más estando expuesta tantas horas en un espacio así, con tanto estímulo. Así que ahí empecé a dudar menos de mi cordura y a trabajar más lo que soy. A raíz de trabajar todo esto leyendo muchísimo, preguntando, respetando mis procesos, mis tiempos, mis necesidades y después de hacer terapia con María José de @usandolacabeza_ para acabar de pulir otros aspectos de mí, he conseguido un equilibrio en mi vida aceptando y cuidando lo que soy. Porque hay que tener claro que esto no es algo que tengo, es algo que soy. Esto no es un trastorno, esto es un rasgo implícito en mi ADN, como tener los ojos verdes o el pelo castaño.
El rasgo PAS mal gestionado o no gestionado puede convertirse en un día a día muy duro, pues te abruma, sientes las emociones de otros, tratas de complacer a todos por esa profunda empatía y sin ser consciente, al menos en mi caso, que a medida que sube la complacencia baja el autoestima porque la energía propia no es un recurso ilimitado o para malgastar. Además, complacer a todos o buscar aprobación puede conllevar hacer cosas que, sin necesidad de ser malas, no quieres de forma genuina o no te apetecen, y luego hay hay lidiar también con eso.
Hay que decir, que toda esta forma de sentir es igual de profunda en lo positivo, en la felicidad, en la alegría, en los 5 sentidos, así como una herida va a doler más, un abrazo es mucho más pleno, la sexualidad es mucho más plena, las conversaciones sanadoras o las emociones sanadas son mucho más intensas y genuinas. A día de hoy, soy mi mayor prioridad y me pregunto en cada momento qué quiero o qué necesito. No tengo miedo ni vergüenza de hablar de esto abiertamente con mi círculo de amigos, soy esto y soy así, necesito unos cuidados básicos como tener tiempo para mí, para procesar acontecimientos, para retirarme y descansar, para estar sola... Exactamente, de igual forma que una persona con la piel muy blanca va a necesitar llevar protector solar o gafas de sol encima todo el día. Digo que no sin culpa, si algo no me apetece o no siento la paz en ese momento para hacerlo lo digo sin excusas, sin inconvenientes. Hasta ahí son mis cuidados si alguien no los acepta, ya no es un problema que tenga que solucionar yo. Si no cuido de mí, nadie puede hacerlo. Me he convertido en mi mejor aliada.
Hubo un tiempo en que pensé que esto me hacía débil, pero estaba errada, este rasgo bien gestionado, es una fortaleza. Lo que para otras personas pasa desapercibido para las PAS nuestro cuerpo habla. Si vas a un concierto y el día siguiente te vas a una discoteca porque estás, más o menos cansado, el tercero quizá no puedas levantarte de la cama. Pues las PAS tenemos todas esas indicaciones desde antes. Nos avisa y podemos ir haciendo las pausas o descansos que necesitamos sobre la marcha. No tenemos que forzar si el cuerpo nos pide descansar. También vemos todos los cambios y sutilezas en el entorno, por ejemplo. Ser PAS no te limita o impide vivir una vida plena o común, simplemente, te hace organizarte. Como ejemplo, si voy a comprar, no lo hago un sábado por la tarde, voy entre semana al medio día o a la hora que hay menos gente.
O si voy al gimnasio trato de ir cuando mejor puedo sentirme. Pero no me impide hacer lo que quiero hacer, solo invita a hacerlo desde el cuidado. Desde que he aprendido a gestionarlo y a priorizarme, en mi bolso siempre llevo unos tapones de oídos para ruido, gafas de sol y aroma de jazmín que, a mí, me relaja mucho.
Pues simplemente si entro en un hipermercado o voy a un restaurante y hay mucho ruido los uso y disminuye la sobreestimulación. Si conduzco o salgo a caminar uso las gafas y tengo preparada una lista de canciones, si me empiezo a abrumar en un local uso el jazmín o las 3 cosas. Al final es encontrar recursos que a cada persona le pueda ir bien o le pueda ayudar.
Me parece importante darle voz a este rasgo, porque hay personas que pueden estar sintiendo ansiedad e incluso estar medicadas por ansiedad y quizá lo tienen por sobreestimulación, pero no lo saben. Y simplemente retirándose y descansando se equilibrarían. O padres que tienen hijos altamente sensibles y que conociendo el rasgo pueden ayudar a darles calidad de vida y claridad en sus emociones.
Hoy por hoy sigo aprendiendo, mejorando, pero siento que soy quien quiero ser. Amo mi identidad, mi sensibilidad, mi forma de saber y sentir cuando alguien está mal, saber percatarme de ello o alegrarme sintiendo como mía la alegría ajena. Elegir a mi entorno, tener un marido que me apoya y comprende, una madre que honra lo que soy, una hermana que me acompaña unos amigos que no juzgan mi forma de sentir facilita la vida. Así que mi mayor consejo para alguien que se pueda identificar es rodearse de personas que le quieren bien y pedir ayuda de cualquier tipo cuando la necesiten. Vivir con paz mental y armonía entre el mundo interno y externo es, para mí, el mayor de los éxitos". Eva, 37 años.
Psic. María José Castreje
15/11/2021
Gracias por el amor que le pones a todo lo que haces. Por facilitar la vida y hacer del mundo un lugar menos hostil a alguien que siente todo de forma tan profunda. Gracias por haber sido mi faro en un túnel donde predominaba la noche y lo oscuro. Gracias por darme calidad de vida y pautas para mantenerla. Un abrazo, María José.